domingo, 5 de febrero de 2012

Cuando me quise dar cuenta ya había tachado los trescientos sesenta y cinco días de varios calendarios.
Y busqué tu olor, pero no lo encontré. Y busqué tu cara, y me la encontré desdibujándose de mi memoria. Como si nunca me hubieras pasado.
Hoy me di cuenta de que el humo nunca vuelve al cigarro. Y de que el aire que compartimos se esfumó y ahora forma parte del anticiclón del Atlántico Sur.
Pero averigüé que a pesar de que te disparé, seguirás vivo. Vivo en mi manera de hablar y de quitarme el pelo de la cara, en mi manera de mirar de reojo y de caminar con los pies hacia dentro, vivo en mi manera de querer.










Solo me quedas en mí, en lo que soy, por ti.