Creo en el arte porque siento que tengo dentro de mí una necesidad
de crear, de expresarme. Pienso que todas las personas tenemos un sentido de la
creatividad, pero no todo el mundo ha descubierto cómo alimentarlo. Lo hermoso
del arte es que no cabe objetivizarlo, es que habla de los sentimientos del
artista, y todos llevamos un artista dentro. Hacer arte supone perder el miedo
a equivocarse, supone coger un pincel, supone mirar a través de un objetivo,
supone observar a la naturaleza, sin miedo, de la misma manera que un niño
pequeño coge una pintura. Hacer arte supone poner el corazón en lo que se hace,
hacer arte supone vivir para él y por él. Hacer arte supone mirar a nuestro
alrededor y que lo que vemos pueda llegar a evocar en nosotros sensaciones y sentimientos,
supone borrar los límites de la realidad y del sentido común. El arte no se
puede medir, el arte humaniza. Renunciar al arte es renunciar a una parte de
nosotros mismos, renunciar a vivir.En los días que corren, donde todo se mueve
tan deprisa, donde todo es efímero, y nada vale nada excepto lo que tiene valor
económico… Solo podemos hacer dos cosas, o aferrarnos al arte y arroparnos en
él, o dejar que se nos marchite la imaginación hasta que sea tan útil como
nuestro apéndice.
Sin tapujos,
desde lo más profundo de mi corazón.