viernes, 12 de noviembre de 2010

Historias.


A veces me hace cosquillas la realidad. Porque a veces nos susurra con historias poco convencionales. Hoy te robaré una historia que me contaste una vez. No me saludaste, ni me preguntaste cómo me iba, porque eres de esas personas sinceras que se saltan los ritos de cortesía pero sin perder educación.
Y me contaste una historia que guardé. Estabas en la playa. Era una de esas playas del norte que tanto me gustan. Apenas hay gente en invierno, y eso me gusta todavía más. Porque te topas con la soledad, con la soledad amable propia de las mañanas, no me refiero a la soledad de las noches que se nos clava en la garganta. Hacía algo de fresco, el justo y necesario. La brisa del mar con sus olas que golpean al silencio. Mirabas al horizonte, pensativa te perdías en las olas. Pero solo pensabas en que eras feliz en ese momento, dejando a un lado tu vida y tus quehaceres, amores, y desamores, establecías un paréntesis de arena y podías decir que eras feliz. Tus pies jugaban con la espuma que iba y venía en la orilla. Y se acercó él. Cuando me contaste esta historia no me diste detalles minuciosos sobre el desconocido, la verdad, y siempre que pienso en él, aparece de espaldas. Lleva un jersey de rayas azules y blancas y su pelo es castaño claro. No sabremos nada más de él. Sólo que cada vez que os encontrabais sobraban las palabras. Tú te sentabas junto a él, y él se sentaba junto a ti. Alguna tímida mirada, pero solo las primeras veces. Era como una manera de pedir permiso para compartir silencios.
Este ritual extraño se repitió durante unos cuantos días, siempre salteados, pero no había relojes, ni calendarios. De un modo misterioso ambos sabíais que os encontraríais. Era vuestro mejor momento. Si tuvieras que establecer una lista de momentos favoritos, el primero sería el de las 7 y 20 am, cuando amaneces con olor a café recién hecho y lo saboreas. Es uno de esos paréntesis de los que hablé antes, pero esta vez no de arena, sino de café caliente. Pues bien, el segundo momento favorito de tu lista de momentos favoritos sería aquel.
Un día dejasteis de ir. No sé quién falló, si él, o tú, pero uno de los dos no se presentó. Entonces, el otro supo que había llegado a su fin esta historia. Pero el final no es triste. Tenemos la horrible costumbre de asemejar las despedidas a la tristeza. Las historias siempre se acaban, y no por eso son menos felices, es la vida misma. Y no os confundáis. No se trata de una historia de amor. Es una historia sobre silencios.

He aquí tu historia. Con algún que otro toque inventado. Cuando tus palabras caían en mis manos así me lo imaginé yo, y qué hay mejor que echarle un poco de imaginación.
Eres de las mejores desconocidas que conozco. Y todo esto te sonará poco convencional si te da por pasarte por aquí… Pero yo apostaría a que eres una persona poco convencional.

7 comentarios:

Desilusionista dijo...

Suena a guión de Julio Medem. Y a mí me encanta Julio Medem, así que...

InFloyd dijo...

Bua, bua, BUAAAA! *.*
Muy reseñable 'sólo' (con tilde, COMO DEBE DE SER!).
Eh, chachipistachi esto.
Bua, jo, buuuuh.

Me encanta... sobre todo esta parte:
'Un día dejasteis de ir. No sé quién falló, si él, o tú, pero uno de los dos no se presentó. Entonces, el otro supo que había llegado a su fin esta historia. Pero el final no es triste. Tenemos la horrible costumbre de asemejar las despedidas a la tristeza. Las historias siempre se acaban, y no por eso son menos felices, es la vida misma. Y no os confundáis. No se trata de una historia de amor. Es una historia sobre silencios.'

Y a partir de ahora, que Lifen nos pille confesadas.

Eres muy bien, Ewita. Eres muy, muy bien.
asterico punto asterisco

rottenclementine dijo...

A veces somos incluso sacos de mierda.. Grandes sacos de mierda. Y como dinamita, las hormonas y las emociones actúan de detonador y salpicamos de mierda a los demás.

Leí esto el otro día y me recordó a una historia muy personal :)
*.*

Miqui Brightside dijo...

bueno bueno yo tengo que ponerme al día con esto de por aquí
que de momento tiene buena pinta, y oye, gracias por seguirme :)

Anónimo dijo...

No sé si llorar o sonreír (aunque opto por ambas a la vez).

Sí, llevaba jersey y su pelo era castaño. Vivía por el sur tiempo atrás y éramos nuevos en la ciudad, nunca llegamos a querernos porque nunca llegamos a conocernos de verdad, pero los momentos de playa a -casi- esa hora, viendo como salía el sol y a veces ya salido el sol, eran unos de los momentos más placenteros que pude encontrarme en Invierno.
Y si algún día vuelvo a encontrármelo por allí, no dudaré en decírtelo sólo a ti.


Gracias chica del arte (: has hecho del caos un arte, y me has recordado momentos en los que ya creí olvidar. Me encanta(s) la historia de los silencios.

Anónimo dijo...

Por cierto, Elephant gun vuelve a sonreír en mi blog para todos, pero si damos un paso más aparecerá Noviembre.

(Y es inevitable no acordarse de ti)

ewa ewa! dijo...

Bueno, ya sabes lo que se suele decir, suena un poco a película Disney pero es cierto que las historias viven mientas hay alguien que las cuenta. Tú me la contaste y desde entonces formó un poquito parte de mí. Soy un poco Él, y un poco Tú, es inevitable no enamorarse de la historia.

:)